Lo que se esconde bajo 'Vista de Tacubaya' de Velasco
Este ensayo fue publicado originalmente en Huntington Verso, el blog de The Huntington Library, Art Museum, and Botanical Gardens. Nos complace volver a publicarlo aquí y traducirlo al español para nuestros lectores.
A finales del siglo XIX, el artista mexicano José María Velasco (1840–1912) pintó un pequeño boceto al óleo del pueblo de Tacubaya. La bucólica escena, ubicada a la izquierda del espectador, muestra el pueblo desde el sur. Las cúpulas y torres prominentes de la iglesia principal de Tacubaya se asoman entre los árboles y un fértil cauce de río atraviesa diagonalmente el centro de la composición. A lo lejos, sobre una elevación frente a las montañas, se erige el Castillo de Chapultepec, que en ese entonces era la residencia oficial del presidente de México y hoy en día es un museo en el famoso Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México. Cuando Velasco pintó la escena, los alrededores de Tacubaya eran en su mayoría rurales, rodeados de campos abiertos y ranchos. Esta región, habitada desde hace más de 2.500 años, tenía un profundo significado cultural mucho antes de la llegada de los españoles. Ahora, el área está densamente poblada, llena de edificios dentro de la vasta expansión urbana de la Ciudad de México.
Esta representación de Tacubaya, de apenas 28 por 42 centímetros, era lo suficientemente pequeña como para caber en su caja portátil de pinturas. Probablemente fue esbozada del natural, en la técnica de plein air (pintura al aire libre), popular en el siglo XIX y promovida por su maestro, el paisajista italo-mexicano Eugenio Landesio. Podemos imaginar a Velasco sentado en un pequeño montículo de tierra observando la escena, concentrado no solo en la vasta vista frente a él, sino también en los senderos serpenteantes, pequeños grupos de vegetación y flores del primer plano. Las plantas de maguey salpican la composición, un vestigio quizás no solo de las primeras haciendas españolas en el área, sino también de las prácticas agrícolas y tradiciones autóctonas, que simbolizan la presencia del conocimiento indígena a pesar de la transformación del paisaje. Para cuando hizo este boceto, Velasco ya era reconocido como el mejor paisajista mexicano del siglo XIX; pero era también un hombre de muchos intereses. Antes de convertirse en pintor profesional, había estudiado zoología y botánica, además de haber tomado cursos de topografía, geología y matemáticas.
Vista de Tacubaya de Velasco, obra de la Colección de Artistas Viajeros de la Colección Patricia Phelps de Cisneros (CPPC), está prestada a The Huntington y participa en la instalación Borderlands, que presenta las tradiciones de pintura de paisajes de América del Norte, Central y del Sur en las Galerías de Arte Americano Virginia Steele Scott. Cuando la pieza llegó a The Huntington, se podían distinguir unas líneas de lo que parecía ser un texto impreso en la parte inferior de la obra, apenas visibles bajo la pintura al óleo. Con permiso de la CPPC, Christina O'Connell, conservadora senior de pinturas Mary Ann y John Sturgeon en The Huntington, utilizó reflectografía infrarroja, un proceso que permite detectar capas de detalles invisibles a simple vista. Cada ronda de imágenes revelaba datos aún más sorprendentes.
No podía creer lo que veía cuando O'Connell me mostró las reflectografías por primera vez. Ocultos bajo la superficie, en la parte inferior de la pintura, se encuentran dos largos bloques de texto en español que describen las características de dos especies de plantas con flores. Uno de los textos detalla un arbusto silvestre con brillantes flores amarillas y hojas anchas, conocido como Hierba del Cáncer de Agua (Mimulus glabratus). El otro define una herbácea, comúnmente llamada Marrubio de monte (Marrubium vulgare), una hierba invasora de la familia de la menta. Ambos géneros se encuentran comúnmente en el centro de México, donde pintaba Velasco. El texto especifica los géneros de las plantas –Mimulus y Marrubium– y ofrece descripciones detalladas de las hojas y las ramas de cada especie.
Resulta que las páginas que utilizó pertenecen a una versión inédita del libro La flora del valle de México (1869–70), una obra que Velasco ayudó a ilustrar. En 1868, fue contratado para dibujar diversas especies de la flora mexicana, y acabó produciendo 18 litografías individuales, algunas basadas en acuarelas pintadas por su esposa, María de la Luz Sánchez. Aunque nunca fue publicado, algunos ejemplares de las páginas impresas originales, aún sin encuadernar, se conservan en la Biblioteca del Instituto de Biología de la Ciudad de México. Las plantas, bellamente representadas, muestran sus características físicas, etapas de floración y desarrollo de semillas, y aparecen como sombras fantasmales en la imagen infrarroja de Vista de Tacubaya. Velasco firmó en la sección inferior de cada imagen impresa, al igual que lo hizo en su boceto al óleo terminado.
No se sabe cómo llegó Velasco a utilizar este papel como soporte para su pintura. Dado el tamaño de la composición, es probable que haya realizado el boceto al óleo en el campo, y que usara lo que probablemente consideró como papel de desecho de alta calidad. En algún momento, las páginas fueron pegadas sobre un lienzo y enmarcadas en la pintura que vemos hoy. Velasco solía hacer bocetos al aire libre, y disfrutaba capturando detalles individuales de plantas, árboles y rocas, fusionando de manera magistral arte y ciencia durante una larga carrera dedicada a la observación minuciosa de la naturaleza.
Hoy en día, los historiadores del arte consideran las meticulosas obras de Velasco sobre su México natal como imágenes nacionalistas. A diferencia de las vistas de América Latina pintadas por artistas estadounidenses como Martin Johnson Heade y Frederic Edwin Church (véase Chimborazo en The Huntington), quienes a menudo añadían detalles románticos para generar un efecto emocional, las pinturas de Velasco suelen ser representaciones más directas desde la perspectiva de un científico que captura de manera precisa un paisaje con el que está profundamente familiarizado. También son estudios que reflejan los cambios de la época. Velasco frecuentemente incluía detalles como ferrocarriles y la expansión urbana para simbolizar la rápida urbanización e industrialización del Valle de México.
Si bien al principio Vista de Tacubaya parece una escena estática, casi congelada en el tiempo, un detalle en el plano medio sugiere el cambio inminente. Justo debajo de la vista del Castillo de Chapultepec puede verse una línea de humo sobre la fila de árboles, donde el Ferrocarril del Valle de México corría hacia el oeste desde la Ciudad de México hasta Tacubaya y luego giraba hacia San Juan y otros puntos más al sur.
Esta red ferroviaria trajo consigo un mayor desarrollo y permitió una exploración científica y geológica más amplia. Para la década de 1890, el sistema ferroviario mexicano estaba conectado con el Southern Pacific Railroad, que industriales como Collis Huntington y su sobrino Henry E. Huntington construían para abrir vastas áreas del oeste de Estados Unidos, conectar a México con Estados Unidos y transformar de manera drástica los paisajes a ambos lados de la frontera.
Hoy en día, en The Huntington, los académicos utilizan documentos históricos y obras de arte para explorar la naturaleza cambiante del paisaje americano, mientras que sus botánicos y científicos catalogan y estudian especies raras de plantas. A su vez, conservadores y curadores continúan desentrañando los misterios de las colecciones.
Creería que Velasco se sentiría a gusto al ver cómo arte y ciencia se han unido en The Huntington para revelar la naturaleza oculta de su extraordinaria pintura.
Agradecemos a la CPPC por el generoso préstamo de 'Vista de Tacubaya' de Velasco a The Huntington. Para obtener más información sobre la Colección de Artistas Viajeros de la CPPC, visite su sitio web.
Dennis Carr es el Curador Jefe de Arte Americano Virginia Steele Scott en The Huntington.