Animado por el espíritu romántico de mediados del siglo XIX, Eduard Hildebrandt viaja al Brasil en 1844, con el apoyo del Rey Federico Guillermo IV de Prusia, obtenido por Humboldt para este joven pero muy bien formado pintor alemán. Entre los artistas europeos que viajaron a Brasil en el siglo XIX, se considera a Hildebrandt como uno de los que mejor captó la luz tropical.
Este óleo representa el paisaje natural donde está asentado hoy uno de los sectores de Rio de Janeiro. Se ve la laguna de Rodrigo de Freitas, rodeada de los típicos morros de la zona, incluyendo, al fondo a la izquierda, el conocido como Pedra da Gávea, llamado así por su semejanza con la vela de gavia de las antiguas carabelas.
Al centro de la composición se encuentra una diminuta pareja de indígenas que, envueltos por la intensa luz solar y vistos a contraluz, apenas distinguimos, pero que presiden, de manera simbólica, sobre el imponente paisaje carioca, que se presenta como virginal y edénico ante la mirada del artista. Bañados por la luz del atardecer, agua y vegetación, hombre y naturaleza, quedan envueltos en una nostálgica atmósfera luminosa de intensos tonos dorados, donde se confunden realidad y ficción, paraíso y utopía.