Descripción:
Los principales señores –nobles locales, terratenientes y comerciantes acaudalados– de las grandes capitales virreinales, Ciudad de México y Lima, competían con sus homólogos de Madrid y Sevilla en el ostentoso despliegue de las riquezas del Nuevo Mundo. No se escatimaban gastos en el amueblado de casas y haciendas. Se dedicaba un cuidado muy especial al adorno de los oratorios particulares. Los pequeños y lujosos tabernáculos, a menudo plegables para facilitar su transporte y adornados con imágenes religiosas, constituían el punto central de los altares domésticos.
Este tabernáculo mexicano del siglo XVIII, de inspiración arquitectónica, se asemeja a un pequeño baldaquino sostenido por cuatro columnas salomónicas. Al abrir sus puertas, se revela un interior pintado con motivos chinescos sobre un fondo bermellón, imitando los lujosos textiles asiáticos distribuidos por el Galeón de Manila. Un par de espejos, con sus respectivas repisas y molduras doradas, situados en cada una de las cuatro hojas de las puertas, servían para aumentar la luz de las velas situadas en las repisas. Una imagen de cuerpo entero de la Inmaculada Concepción completa el conjunto.